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Ni obedientes, Ni pecadoras
Parteras y Trabajadoras Sexuales
frente a la Violencia Espiritual en Ecuador
Karina Vargas Espinoza
Karina Vargas Espinoza es costarricense, educadora, teóloga feminista y bachiller en Psicología de la Universidad Nacional de Costa Rica. Tiene una Maestría en Estudios sobre Violencia Social y Familiar. Actualmente se desempeña como directora de proyecto en Soulforce y como profesora de Teologías de Liberación en la Universidad de Augsburg, MN. Dentro de sus temas de interés están las dinámicas de poder que intervienen en las violencias de tipo espiritual-religioso y los procesos terapéuticos para apoyar a sobrevivientes de estas formas de violencia.
Como equipo de Teología Sin Vergüenza tuvimos la oportunidad de viajar a Quito, Ecuador durante septiembre de 2023. Esta fue una experiencia inolvidable de conocer, escuchar, compartir y aprender de una generación de mujeres resistiendo el legado de siglos de colonialismo, supremacía cristiana y Violencia Espiritual. A continuación, algunas reflexiones sobre esta experiencia.
Pero las parteras
no hicieron lo que les mandó el rey.
(Éxodo 1:17)
Esta antigua narrativa en el libro de Éxodo nos habla mucho del carácter de las parteras a lo largo de la historia y las culturas; mujeres que conocen de forma profunda y cercana el significado de la vida y lo que se requiere para concebir, parir y vivir dignamente en un mundo lleno de abusos y desigualdades. También, nos referimos a mujeres dispuestas a arriesgar sus propias vidas cuando se trata de defender y preservar lo que conocen y resguardan como sagrado e indispensable para nuestra sobrevivencia.
El Consejo Indígena de Salud Ancestral Hampik Warmikuna en Cotacachi, Ecuador, existe para fortalecer el trabajo que ancestralmente han venido haciendo las parteras. Su legado y sabiduría se extiende a las comunidades en todo lo que tiene que ver con temas de salud de personas gestantes y sus hijxs. Su trabajo, si bien indispensable para sus comunidades por generaciones y en su contribución a los modelos de salud del mundo, ha sido también perseguido y amenazado en muchos ciclos de la historia.
El libro Brujas, Parteras y Enfermeras recupera el registro histórico de la conquista y la colonia de nuestro continente, y donde las parteras, frecuentemente etiquetadas de brujas por los liderazgos religiosos y como su blanco de persecución en combate de la “magia”, eran esas personas dispuestas a atender con su servicio y conocimientos a quienes no podían pagar la atención médica. Se menciona acá que hombres de la Santa Inquisión llegaron a escribir sobre ellas: “Nadie causa mayores daños a la Iglesia católica que las parteras.”
Se menciona también en este recuento que la razón principal por la que las autoridades religiosas, tanto católicas como protestantes, se sentían amenazadas por la existencia de brujas/parteras era su empirismo, es decir, que eran mujeres que preferían confiar en sus sentidos y capacidad de experimentar que someterse a una doctrina o credo ciegamente. En palabras de las autoras:
“No tenían una actitud religiosa pasiva, sino activamente indagadora. Confiaban en su propia capacidad para encontrar formas de actuar sobre las enfermedades, los embarazos y los partos, mediante medicamentos con prácticas mágicas. En resumen, su “magia” era la ciencia de su época.”
No podemos dejar de recordar también acá la molestia que causaba a esta hegemonía religiosa que estas mujeres emplearan sus conocimientos para la regulación de la fecundidad (Serrano 2002) o el uso de medicina natural para reducir los dolores del parto, algo a lo que diversas generaciones de la iglesia han mostrado oposición, argumentándolo como el castigo de Dios por el pecado original de Eva. (Barbara & English, 1981).
No muy lejos de lo plasmado en estos relatos coloniales está la realidad de las parteras de Cotacachi. En la experiencia de nuestro encuentro con estas mujeres, pudimos comprobar el inquebrantable espíritu que las habita y recorre. Mientras conversábamos, ancianas y jóvenes, experimentadas y principiantes, compartieron sus historias de resistencia, la fortaleza que encierra este círculo de sabiduría, apoyo, compañía, estrategia y lucha.
En su diario caminar, enfrentan y denuncian las arbitrariedades de un sistema de salud biomédico; sistema que responde al interés capitalista y patriarcal; el interés del mercado. Mientras este sistema impone a las mujeres el discurso unilateral de “el doctor”, las parteras proponen la luz de la conversación ancestral, el intercambio de sabidurías y la humanidad del parto visto como un momento de vida y no de enfermedad.
En cuanto a su lucha contra esta antigua violencia ejercida por los poderes religiosos, estas mujeres nos compartieron el cansancio del peso de esta institución que sigue etiquetándoles como problemáticas; como quienes amenazan la posibilidad de continuar en la empresa de la obediencia y el sometimiento prescrita y sostenida hasta hoy por muchas entidades hegemónicas.
Entre lágrimas e indignación, escuchamos los argumentos trillados que reciben de estas instituciones y las violencias que a diario enfrentan por negarse a seguir una herencia de religión hecha arma que por siglos les ha perseguido y satanizado sus enseñanzas más sagradas y formas de vivir y ser. A la vez, pudimos sentir la voz y acción firme de no ceder a pesar de lo que tengan que enfrentar. Mientras participamos de este círculo, nos llenamos de aromas, flores, valentía, té caliente, risas, pan recién horneado y la fuerza inagotable de una comunidad que se niega a seguir las órdenes de instituciones o reyes, y por el contrario se organiza y no deja de creer en la posibilidad extender la visión de mundo que conocen y practican.
Y Jesús dijo a los líderes religiosos:
—Les aseguro que
las trabajadoras sexuales
van delante de ustedes
en el reino de Dios.
(Mateo 21:31)
Nuestra gira por Ecuador nos llevó de las montañas de Cotacachi al Centro Histórico de Quito para reunirnos allí con otro grupo de mujeres que, al igual que las parteras, saben muy bien lo que significa luchar y resistir a cientos de años de colonialismo y patriarcado.
Las trabajadoras sexuales son comúnmente caracterizadas por la doble moral social como “desvergonzadas” en cuanto a la apropiación de sus cuerpos, “alegres y vivaces”, “inmorales” o bien, “vivazas y astutas” para seducir a los “pobres” hombres y quitarles su dinero, (Manzano, 2009). A la vez, como lo contrasta esta misma autora, son retratadas como quienes cumplen sin planearlo una función necesaria y de resguardo para la fallida institución matrimonial monógama impuesta y defendida por los liderazgos eclesiásticos. Deseadas y desechadas, utilizadas y perseguidas, inteligentes y siempre en resistencia, las trabajadoras sexuales navegan las aguas de un sistema de poder desigual y de dobles estándares que primero les busca para su gratificación egoísta y luego reúne a sus amigos “puritanos” para planear como humillarlas y matarlas a pedradas por ser “pecadoras”.
El motivo de nuestra visita a este grupo en el Centro Histórico de Quito tenía que ver con conocerlas y compartir con ellas algunos materiales teológicos cuir-feministas que pudieran apoyar su reflexión personal, colectiva y de lucha. Para nuestra sorpresa, el día de nuestra visita fue también día de ardua organización del grupo contra el Municipio de Quito, al que exigían una licencia metropolitana única para el ejercicio de sus actividades económicas. Al indagar más el contexto de la situación, entendimos que unos meses antes, un juez había fallado a su favor una acción de protección que implicaría la regularización de su actividad, sus derechos laborales y pondría un alto a muchas de las violencias ejercidas contra ellas por diferentes autoridades del Estado. Ahora se encontraban organizándose de nuevo con el fin de asegurar que sus derechos fueran respetados y que ninguna decisión fuera tomada sin su debido entendimiento y conocimiento.
Fue claro a nuestros ojos que las manifestaciones de violencia y abuso de las que nos hablaron son una expresión clara de la herencia colonial y la Supremacía Cristiana que históricamente ha tenido en su blanco a las mujeres, y a aquellas que no se mueven por las reglas que les dicta este orden patriarcal. En estos contextos, de supuestos países laicos y democracias, la teocracia se mantiene y:
“…su influencia se refleja en las leyes o normativas estatales. Esto se evidencia en la sanción moral (social) dirigida especialmente hacia la vivencia de una sexualidad que rompa instituciones tales como el matrimonio, la heterosexualidad y la reproducción misma, pilares fundamentales del sistema patriarcal.” (Álvarez & Sandoval, 2013).
Después de un buen rato de movimiento, recolecta de firmas y grupos de conversación aquí y allá, entramos en acción para hacer lo que sabemos: compartir nuestras reflexiones sinvergüenzas; relatos sobre Ancestras Trabajadoras Sexualas de la Biblia. El espacio fue un hermoso momento de reconocer ante estas mujeres las formas de lo sagrado en su ser y vivir. Para algunas de ellas era simplemente muy difícil creer que un texto de carácter sagrado como la Biblia tendría en sus páginas historias de trabajadoras sexuales que fueron centrales para que se cumpliera el destino de toda una tradición de fe, mujeres que tomaron su historia en sus manos, se arriesgaron, cruzaron los límites, se negaron a seguir las reglas de lo impuesto como “puro” y usaron brillantemente, como siempre lo han hecho, sus posibilidades en la vida para protegerse a sí mismas y a los suyos de un sistema que les excluye y olvida.
Durante nuestro tiempo juntas, estuvimos de acuerdo en afirmar que la lucha de las trabajadoras sexuales del Centro de Quito es una lucha profética en la misma manera en que el principal profeta del mundo cristiano, Jesús, les reconoció como quienes van delante de muchos en la tarea de justicia. Las trabajadoras sexuales denuncian con su existencia una cultura de desigualdad e hipocresía que espera de ellas “estar listas para satisfacer, de manera gratuita y sumisa, a sus supuestos dueños” y al mismo tiempo les sanciona moralmente por atreverse a proteger su interés por sobrevivir. (Álvarez & Sandoval, 2013).
Referencias citadas
Álvarez, S., & Sandoval, M. (2013). El trabajo sexual en el centro histórico de Quito.
Barbara, E., & English, D. (1981). Brujas, parteras y enfermeras: una historia de sanadoras.
Serrano, I. (2002). La formación de la matrona a lo largo de la historia. Adaptación del texto elaborado para la exposición Matronas y Mujeres en la Historia.
Manzano, P. V. (2009). La industria del sexo en Quito: representaciones sobre las trabajadoras sexuales colombianas.
Neither obedient nor sinners
Midwives and Sex Workers Facing Spiritual Violence in Ecuador
Karina Vargas Espinoza
Karina Vargas is Costa Rican, an educator, and feminist theologian. She holds a Psychology degree of the National University of Costa Rica and a Master’s degree in Studies of Social and Family Violence. She currently serves as Project Director at Soulforce, and as professor of Liberation Theologies at the Augsburg University, MN. Among her topics of interest are the power dynamics involved in spiritual-religious violence and therapeutic processes to support survivors of these forms of violence.
Note to the Reader: this blog was originally written in Spanish; therefore, all cultural or social references are subject to the authors’ context.
In September 2023, the Teología Sin Vergüenza team, had the opportunity to travel to Quito, Ecuador. It was an unforgettable experience of meeting, listening, sharing, and learning from a generation of women resisting the legacy of centuries of colonialism, Christian Supremacy, and Spiritual Violence. Here are some thoughts on this experience.
The midwives, however,
did not do what the king had told them to do.
(Exodus 1:17)
This ancient narrative in the book of Exodus tells us a lot about the character of midwives throughout history and cultures; women who deeply and closely know the meaning of life and what it takes to conceive, give birth, and live with dignity in a world full of abuse and inequalities. We are also referring to women willing to risk their own lives when it comes to defending and preserving what they know and protect as sacred and indispensable for our survival.
The Hampik Warmikuna Indigenous Council of Ancestral Health in Cotacachi, Ecuador, exists to strengthen the work that indigenous midwives have been doing for time immorial. Their legacy and wisdom extend to communities in everything related to health issues for pregnant people and their children. Their work, while indispensable to their communities and in their contribution to the world’s health models, has also been persecuted and threatened in many cycles of history.
The book Witches, Midwives and Nurses recovers the historical record of the conquest and colony of our continent, and where midwives, frequently labeled as witches by religious leaders and as their target of persecution in combat of “magic”, were those people willing to serve with their abilities and knowledge those who could not afford medical care. It is mentioned here that men of the Holy Inquisition went so far as to write about them: “No one causes greater damage to the Catholic Church than midwives.”
It is also mentioned in this account that the main reason why religious authorities, both Catholic and Protestant, felt threatened by the existence of witches/midwives was their empiricism, in other words, that they were women who preferred to trust their senses and ability to experiment than to submit to a doctrine or creed blindly. In the words of the authors:
“They did not have a passive religious attitude, but an actively inquiring one. They were confident in their own ability to find ways to act on illness, pregnancies, and childbirth, using medicines with magical practices. In short, his “magic” was the science of his time.”
It is important to also mention here the annoyance caused to this religious hegemony that these women used their knowledge for the regulation of fertility (Serrano 2002) or the use of natural medicine to reduce the pains of childbirth, something to which several generations of the church have shown opposition, arguing it as God’s punishment for Eve’s original sin. (Barbara & English, 1981).
Not far from what is captured in these colonial stories is the reality of the midwives of Cotacachi. In the experience of our encounter with these women, we were able to see the unbreakable spirit that inhabits and runs through them. As we talked, old and young, experienced and beginners, shared their stories of resilience, the strength that comes with this circle of wisdom, support, companionship, strategy, and struggle.
In their daily journey, they confront and denounce the arbitrariness of a biomedical health system; a system that responds to capitalist and patriarchal interests; the interest of the market. While this system imposes on women the unilateral discourse of “the doctor”, midwives propose the light of ancestral conversation, the exchange of wisdom and the humanity of childbirth seen as a moment of life and not of illness.
As for their struggle against this ancient violence of religious power, these women shared with us the weariness of the weight of this institution that continues to label them as problematic; as well as those who threaten the possibility of continuing in the enterprise of obedience and submission prescribed and sustained until today by many hegemonic entities.
Between tears and indignation, we listen to the hackneyed arguments they receive from these institutions and the violence they face daily for refusing to follow a heritage of religion made into a weapon that for centuries has persecuted and demonized their most sacred teachings and ways of living and being. At the same time, we could feel the voice and firm action of not giving in despite what they must face. As we participated in this circle, we were filled with aromas, flowers, courage, hot tea, laughter, freshly baked bread, and the inexhaustible strength of a community that refuses to follow the orders of institutions or kings, On the contrary, it does not stop believing in the possibility of extending the vision of the world they know and practice.
And Jesus said to the religious leaders:
“Truly I tell you, the sex workers
are entering the kingdom of God ahead of you.”
(Matthew 21:31)
Our visit to Ecuador took us from the mountains of Cotacachi to the Historic Center of Quito to meet with another group of women who, like midwives, know all too well what it means to fight and resist hundreds of years of colonialism and patriarchy.
Sex workers are commonly characterized by social double standards as “shameless” in terms of appropriating their bodies, “cheerful and vivacious”, “immoral” or “vivacious and cunning” to seduce “poor” men and take their money, (Manzano, 2009). At the same time, by this same author, they are portrayed as those who unintentionally fulfill a necessary function and safeguard the failed institution of monogamous marriage imposed and defended by the ecclesiastical leadership. Desired and discarded, used and persecuted, smart and always in resistance, sex workers navigate the waters of a system of unequal power and double standards that first seek them out for selfish gratification and then get together with their “puritanical” friends to plan how to humiliate and stone them to death for being “sinners.”
The reason for our visit to this group in the Historic Center of Quito was to get to know them and share with them queer-feminist theological materials that could support their personal, collective and struggle reflection. To our surprise, the day of our visit was also a day of arduous organization by the group against the Municipality of Quito, from which they demanded a single metropolitan license for the exercise of their economic activities. When we delved deeper into the context of the situation, we understood that a few months earlier, a judge has ruled in their favor on a protection action that would involve the regularization of their activity, their labor rights and put an end to many of the violence exercised against them by different State authorities. Now they were organizing again to ensure that their rights were respected, and that no decision was made without their proper understanding and knowledge.
It was clear to our eyes that the manifestations of violence and abuse of which we were told are a clear expression of the colonial heritage and white Christian Supremacy that has historically targeted women, and those who are not moved by the rules dictated to them by this patriarchal order. In these contexts, of supposedly secular countries and democracies, theocracy is maintained, and:
“… their influence is reflected in state laws or regulations. This is evidenced in the moral (social) sanction directed especially towards the experience of a sexuality that breaks institutions such as marriage, heterosexuality and reproduction itself, fundamental pillars of the patriarchal system.” (Álvarez & Sandoval, 2013).
After a time of collecting signatures and conversation groups we sprang into action to do what we know: share our shameless reflections; stories about Ancestral Sex Workers from the Bible. The space was a beautiful moment of acknowledging the sacredness of these women. For some of them, it was simply very difficult to believe that a sacred text like the Bible would have in its pages stories of sex workers who were central to the fulfillment of the destiny of an entire tradition of faith, women who took their history into their own hands, took risks, crossed boundaries, refused to follow the rules of what was imposed as “pure” and used their possibilities in life wisely to protect themselves and their loved ones from a system that excludes and forgets them.
During our time together, we agreed that the struggle of the sex workers of the Historic Center of Quito is a prophetic struggle in the same way that the Christian world’s foremost prophet, Jesus, recognized them as those who go before many in the task of justice. Sex workers denounce with their existence a culture of inequality and hypocrisy that expects them “to be ready to satisfy, gratuitously and submissively, their supposed ‘owners’ and, at the same time, morally punishes them for daring to protect their interest in survival.” (Álvarez & Sandoval, 2013).
References Cited
Álvarez, S., & Sandoval, M. (2013). El trabajo sexual en el centro histórico de Quito.
Barbara, E., & English, D. (1981). Brujas, parteras y enfermeras: una historia de sanadoras.
Serrano, I. (2002). La formación de la matrona a lo largo de la historia. Adaptación del texto elaborado para la exposición Matronas y Mujeres en la Historia.
Manzano, P. V. (2009). La industria del sexo en Quito: representaciones sobre las trabajadoras sexuales colombianas.